30 de enero de 2015

Azabache


Este escrito se publicó para presentarlo en el Proyecto de Enero de Adictos a la escritura titulado Personajes Entrometidos. También puedes encontrar el relato en la red Falsaria.

AZABACHE

(Imagen de la película La ventana secreta)


A mesura que el hoyo se volvía más profundo la sed de venganza del chico disminuía. Además de una tendencia maniática a solucionar los problemas de forma agresiva el chico también sentía una enorme carga de remordimientos. Mientras era sacudido por la fuerza de cada golpe de pala al cavar trataba de enterrarla emocionalmente, aunque sin resultados. Su intención era aprovechar la corta duración de la oscuridad de aquella noche a pesar de sus ocasionales arrebatos humanistas, de manera que no paró de cavar hasta no distinguir el fondo del hoyo.

Al dejar de cavar el chico escuchó un constante ruido metálico. '¿Acaso nunca podré quitarme de la mente las imágenes y sonidos de la cena?' se lamentaba el chico. Volvió a cavar para callar su conciencia hasta que escuchó otro ruido. Esta vez venía de los muros del cementerio que se encontraba detrás del joven. Algo estaba golpeando las paredes de la entrada del camposanto, ¿acaso alguien había sido enterrado con vida o el chico no estaba solo en las afueras del cementerio?. En salir del hoyo que había cavado vio quien era el visitante que lo acompañaba, y aterrorizado se frotó los ojos y volvió a observarlo. Un animal oscuro se paseó por el relieve del rocoso cuerpo de Santa Ana hasta situarse sobre su cabeza. Se trataba de un majestuoso cuervo que recaía sobre un busto del decorado portal del camposanto. En aquel instante el chico notaba su olor, era singular, no apestaba a carroña. Desprendía una fragancia a libro que el muchacho podía apreciar desde la lejanía y miraba ferozmente al chico, con una mirada tan punzante que parecía atravesar al chico y perderse entre los árboles. El joven lanzó la pala dentro del hoyo y caminó hasta encontrarse ante la estatua en la que reposaba aquel ave tan negra que solo podía distinguirse en la noche por el brillo de sus llorosos ojos. De repente, ante el asombrado muchacho de manos manchadas de sangre el cuervo pronunció una frase, 'Nunca más'. Mientras el chico da dos pasos hacia atrás asustado el alado y oscuro visitante mostró una mueca burlesca, sacudió velozmente sus plumas y volvió a posar su mirada en el joven. A pesar de que el muchacho no llevara ningún útil que le ayudara a verse en la oscuridad, había presenciado las palabras y el gesto del cuervo, y lo habían dejado paralizado. Como si no hubiera visto nada y con un feroz cambio emocional volvió sin mirar atrás hacia la tumba que había empezado a cavar. A cada paso que daba se hundía más en el sufrimiento que comportaba la asimilación de lo hecho tras la cena con su novia. Debía mantenerse fuerte, en especial ahora que hasta sus sentidos le estaban haciendo pasar un mal trago. El joven no podía comprender qué hacía en aquél cementerio solitario el majestuoso cuervo de Edgar Allan Poe, tampoco porqué le había visitado en aquel momento. 'No sé si la literatura me ha salvado de ella o ha terminado de situarme en su contra" pensó segundos antes de empezar a creer que la aparición del cuervo era un castigo por lo ocurrido aquella noche.

La oscuridad empezaba a desvanecerse por el matiz cobrizo de la madrugada, y la insufrible mirada castigadora del cuervo no parecía terminar. El muchacho debería haber terminado de enterrar el cadáver de su compañera sentimental pero se había quedado perplejo junto al hoyo observando otra vez al cuervo. Al chico le era imposible imaginarse un solo segundo más con el cuervo, no era capaz de soportar su mirada y oportunas palabras y en cuanto apartó la mirada de los ojos del animal para secarse las primeras lágrimas el oscuro ave voló hasta una rama cercana al muchacho. El joven nunca pudo lamentar suficiente la pérdida de la chica ni lo ocurrido, perdió el equilibrio al ver al cuervo junto a él y terminó cayendo en el hoyo, golpeándose la nuca con la cuchara de acero de la pala.

Así fue su vida, al igual que la de cualquiera; una búsqueda de escusas reales y ficticias para justificar su miedo al presente, cavar una tumba para dos y descansar solo.

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